Era el año 2000 cuando cuatro ingenieros agrónomos decidieron invertir sus ahorros en un proyecto agrícola: así nació Cusillos SRL, con un pequeño campo alquilado en Tucumán. Hoy, 25 años después, la empresa gestiona operaciones en Santiago del Estero, en Salta y en Tucumán, donde produce principalmente soja y maíz, y fue incorporando porotos, sorgo, colza, trigo y garbanzo.

Detrás de ese crecimiento no hubo casualidades sino decisiones estratégicas. Y entre ellas una que cambiaría para siempre su manera de producir: en 2014 Cusillos decidió obtener la certificación de la Mesa Global de Soja Responsable (RTRS, por sus siglas en inglés), una organización internacional sin fines de lucro que promueve la producción, el comercio y el uso responsable de soja en todo el mundo. “Queríamos mejorar, hacer las cosas bien”, resumió Guadalupe García, responsable de Gestión de Campo y líder de Certificaciones de Calidad. “Creíamos que no era tan difícil porque ya veníamos con buenas prácticas, y lo tomamos como una herramienta que nos permitiría crecer y ordenarnos. Todo lo que facilite el trabajo diario es bienvenido”, agregó.

Antes de certificar RTRS Cusillos ya realizaba una producción sustentable mediante la siembra directa, el cuidado del suelo y las capacitaciones al personal. Pero había un problema: no se realizaban mediciones de los avances ni había protocolos sistemáticos a seguir. “Hacíamos las cosas, pero no había evidencia”, explicaron. “Con RTRS incorporamos indicadores agrícolas, ambientales y sociales; empezamos a medir fósforo, materia orgánica, cobertura, consumo de agroquímicos y gasoil; bandas toxicológicas y horas de capacitación; entre otros. Eso te organiza y permite tomar decisiones más inteligentes”, destacaron. Así, lo que empezó como un desafío técnico se convirtió en un nuevo ADN productivo para Cusillos.

En 2024, según los resultados de auditoría, Cusillos SRL (certificada desde 2014) y Garmat SA (desde 2015) renovaron su certificación RTRS en modalidad multisitio, bajo la misma gerencia y con procesos estandarizados. Entre ambas empresas se certificaron 6.149 hectáreas y una producción de 19.399 toneladas de soja sustentable, distribuidas en Santiago del Estero, Salta y Tucumán.

De cara a la campaña 2024/25, la empresa estima una producción total sustentable de 27.500 toneladas en 7.241 hectáreas, cifras que se espera validar en la auditoría 2025.

Si una frase sintetiza todo el proceso vivido es la que repite Guadalupe: “La certificación nos ordenó”. “Mediante la norma pudimos organizarnos y esto se transformó en un estilo de vida y de trabajo dentro de la empresa; ahora cada uno sabe por qué hace lo que hace y cómo medirlo”, explicó.

Además de lo productivo, la certificación mejoró la relación con el personal al mantenerlo motivado e impulsar a las personas a que crezcan y evolucionen. En este sentido, realizan capacitaciones en primeros auxilios, higiene y seguridad, manipulación de agroquímicos, uso correcto de maquinaria agrícola; uso de matafuegos, entre otros.

En lo social, un pilar de la certificación tiene que ver con lograr un buen vínculo con las comunidades. Y en este aspecto Cusillos lleva adelante distintas acciones. Entre ellas, realizan jornadas a campo con las escuelas en donde cuentan a los alumnos cómo se trabaja en el día a día.

Todos los años Cusillos pasa por un proceso de auditoría para mantener la certificación RTRS; y toman las observaciones como oportunidades de mejora. “Siempre la mirada externa ve cosas que uno no ve en el día a día. Y nosotros tomamos esos señas para seguir mejorando y creciendo”, afirman desde la empresa.

Algunos ejemplos de los puntos a mejorar fueron tener en perfecto funcionamiento el lavaojos de emergencia en el campo, crear un QR que reemplazara al tradicional libro de quejas para que resulte un formato práctico y anónimo, y construir una plataforma de contención en los surtidores como medida de seguridad. Incluso en las capacitaciones hicieron mejoras al supervisar la asistencia y, en el caso de que alguien estuviera ausente ese día, ocuparse de que recibiera la información correspondiente.

Otros indicadores que tiene en cuenta la empresa son los días sin accidentes laborales, mantener una matriz legal actualizada con el apoyo de un estudio jurídico-contable, y la integración de la plataforma CACTA, un software argentino que permite medir, gestionar y reportar de manera eficiente el impacto ambiental de la producción. Además, todas las máquinas pulverizadoras cuentan con Unimap, un sistema de mapeo digital que muestra en tiempo real la labor de aplicación y alerta cuando las condiciones climáticas impiden trabajar.

Beneficios medibles

Además de haber vendido los créditos RTRS, en la última campaña Cusillos obtuvo un plus de U$S 5 por tonelada certificada con destino a la Unión Europea. “Más allá de estas cifras los beneficios de la certificación están a la vista”, asegura Guadalupe.

Para la empresa, certificar no es solo poner un sello sino mirar de cerca el impacto real y, a partir de ahí, tener la posibilidad de mejorar en todos los aspectos. En este sentido la certificación es una aliada que da como resultado no solo soja sustentable sino una empresa más fuerte, más segura y rentable.

“No trabajamos para la certificación, sino que, con las herramientas de RTRS cumplimos mejor con nuestro trabajo y, en lo personal, disfruto más mi labor”, dijo Guadalupe. “Por todo esto, el esfuerzo vale; lo que se invierte se recupera en beneficios y en tranquilidad, porque cuando se reducen riesgos la productividad mejora”, agregó.